Un joven soldado británico que encontró la muerte hace 70 años en Medio Oriente jamás habría podido imaginar que su tumba se convertiría en un centro de peregrinaje para miles de fanáticos de la literatura fantástica.
Y todo por un alcance de nombres: Harry Potter.
La tumba se encuentra en el cementerio militar administrado por la Commonwealth en Ramla, una localidad pobre de Israel que ha visto en este inesperado atractivo turístico una forma de hacer ingresos para la ciudad. De hecho, los guardias del recinto admiten que el flujo de visitantes se incrementa cada año, al punto que el Municipio decidió marcar el punto en sus mapas de recorridos.
Según explica el diario ABC, la tumba es igual que la de los otros 4.000 soldados sepultados allí, con un sencillo epitafio que reza “En memoria del soldado Harry Potter. Regimiento Worcestershire, muerto en acción en Hebrón el 22/7/1939 a los 19 años y 10 meses”.
“Todo el que viene aquí lo primero que pregunta es dónde está la tumba de Harry Potter”, declaró a la agencia EFE, Amir Juri, jardinero del cementerio.
Pero, ¿quién era este verdadero Harry Potter? La información disponible en el sitio web de su regimiento explica que nació en Birmingham, hijo de una familia numerosa y cuyo padre, de oficio zapatero, había servido como soldado en la 1º Guerra Mundial.
En 1938 se alistó en el Ejército, completando su entrenamiento en 8 meses y siendo destinado a una Palestina aún dominada por los británicos, donde se había desencadenado la revuelta árabe. Allí falleció en un combate librado en la ciudad de Hebrón.
Mucho más desconocido que su homónimo par ficticio, el soldado Harry Potter tenía los mismos sueños que cualquier joven de su edad.
“Espero estar en casa para Navidad. Si no es así, es por un poco de mala suerte”, escribió en su última carta a su madre.